Creatividad, aula y arte

Posted on miércoles, 9 de julio de 2008 by escuelavillamontes

Creatividad, aula y arte (la creatividad en rebelión)

María Magdalena Ziegler D. y Magalia Bracho de Torrealba





Cuando hablar de educación y creatividad se trata, son muchas las teorías y autores que salen al paso y contribuyen a llenar un espacio riquísimo en opiniones y disertaciones. Ni pensar en lo que sucede cuando nos enfrentamos a una materia tan ambigua, tan subjetiva, tan cambiante y tan voluble como el arte. Las siguientes líneas, en consecuencia, no darán pie a controversia alguna al respecto, por lo menos hasta su final.


Ciertamente definir los términos que dan nombre a este artículo daría origen a una polémica discusión que, seguramente, no nos llevaría a un resultado inmediato sobre nuevas perspectivas al respecto. Nuestro interés está centrado en aquellas ventajas resultantes de la unión entre educación y arte, como un campo recién redescubierto, pues desde hace mucho tiempo que son bien conocidas las bondades de la expresión artística en el proceso de desarrollo y madurez de un individuo. Pareciera, sin embargo, que este tema estuvo sumergido en un gran letargo, producto quizá de la subestimación de las fuerzas de acción de las artes en el hombre, creyéndose siempre en el efecto contrario (el hombre actúa sobre las artes).


Hemos eliminado de nuestro tema la discusión del término creatividad, no por carecer de relación, sino porque desde nuestro punto de vista tanto el arte como la educación no pueden concebirse fuera de los parámetros de la creatividad. Ésta se encuentra implícita en ellos. Digamos que éste será nuestro principal concepto operativo.


No es tampoco nuestra intención abordar este tema desde el enfoque del proceso creativo en las artes. Tema demasiado lleno de aristas como para permitirnos concluir estos párrafos felizmente. Y, aunque no es éste un asunto de temor ante las propuestas, sí tiene que ver con las implicaciones positivas de la irrupción y la liberación de la expresión artística en un medio generalmente demasiado normatizado como lo es la educación escolar infantil1.


Normalmente cuando los niños van a la escuela las madres se sienten aliviadas y toman un poco más de aire para sus propias tareas. Pero ¿están conscientes los padres de los beneficios que sus hijos podrían obtener de las aulas de clases? Tal vez un porcentaje muy pequeño sabe a ciencia cierta la amplitud de posibilidades que ofrece la escuela en referencia al desarrollo integral de los niños y no solamente en el campo del conocimiento. Modificar esta situación podría resultar tan difícil como cambiar la actitud de los docentes ante la materia de la creatividad2.


No pocos maestros de aula ven en la palabra creatividad un enemigo potencial que pudiera acabar con la disciplina establecida por las clases magisteriales unidireccionales maestro alumno. Cierto es que la situación ha cambiado mucho en los últimos tiempos, gracias a innumerables investigaciones y puestas en marcha de diversos proyectos de estímulo y desarrollo de la creatividad entre el cuerpo docente. Lamentablemente debemos reconocer también que en Latinoamérica es quizás escaso el avance en este sentido desde el punto de vista cuantitativo. La gran cantidad de escuelas rurales y provisionales que existe en los países latinoamericanos se ve inmersa en un aislamiento casi total respecto a los avances en las cuestiones pedagógicas. Mucho de esto es debido a la escasa atención gubernamental y otro poco a la poca disposición de los propios docentes a "sacrificar" su cuota de denominación en el pequeño feudo llamado aula de clases.


Aunque parezca una broma, en estos países es casi literalmente así: el aula de clases —en todos los niveles de la educación— es una especie de feudo medieval, regido por un "Señor" de altos poderes, llamado comúnmente maestro; un grupo de estos pequeños feudos constituye una escuela, denominada a su vez por una especie de principado o ducado ejercido por el director… Aunque no es una cuestión para reírse, el dibujo de una sonrisa en nuestros labios ahora es casi inevitable. Existe un problema. Paso número uno: lo hemos identificado. De aquí en adelante nos resta hallar una solución viable, coherente y factible, según las mejores aplicaciones de la creatividad.


Con seguridad esto no sucede sólo en los países latinoamericanos, muy probablemente el mundo entero puede brindarnos ejemplos sin par. Pero hablemos aquí de lo que medianamente conocemos, de lo que tiene participación en la educación de nuestros hijos. Este feudo en que se ha convertido el aula de clases parece haberse hecho más fuerte desde el mismo instante en el cual la creatividad hizo su aparición en la escena pedagógica. Imaginémonos el panorama.


Una maestra del tercer grado de la escuela del pueblo mantiene dominados a los niños de su aula, gracias a ciertas técnicas disciplinarias, tales como el aumento en la tasa de tareas para el hogar o el decrecimiento del producto interno del recreo si ocurre algún signo de rebeldía entre sus alumnos. Cierto día ve llegar, por la derecha, un batallón enarbolando la bandera de la creatividad. No menos que la carne de gallina ha debido padecer esta maestra. La amenaza fantasma estaba a punto de atacar, los niños tomarían las riendas de la clase, ella debería sentarse con ellos en el suelo a resolver un problema común, lo que los libros de texto decían debía ser cambiado en su discurso para que los niños no se aburriesen; juego y clases llegarían a ser sinónimos. Sin perder oportunidad, la maestra recurre a las estrategias militares en defensa más básica y sube diez metros el muro que rodeaba su aula para protegerla de la artillería enemiga.


La historia de esta maestra es la historia de la mayoría de los docentes que se han cerrado herméticamente a las posibilidades de la creatividad como contribuyente a la mejora del proceso educativo y de desarrollo integral de los niños. Una mala interpretación, diríamos. Si es así, tenemos que tomar las armas y disparar contra esos muros hasta destruirlos completamente. Por supuesto, esto no significa que la orden es cargar los cañones con pólvora; el arma a emplear no puede ser otra que la propia creatividad.


¿Qué hacer? ¿Cómo ser creativos? ¿Cuándo aplicar estrategias creativas? ¿Qué es una estrategia creativa?


Enfrentarse a un ejército de huestes infantiles no es nada sencillo, eso nadie lo duda. Una maestra o maestro de aula no puede descuidar ni un solo detalle a los niños: se le irán adelante en un parpadeo. Actualmente la creatividad es algo con lo cual los niños parecieran nacer de una manera diferente a los niños de hace unos 50 años, digamos. Pero esto es, en gran medida, un mito creado por los medios de comunicación que no hacen más que celebrar una libertad de información exacerbada. Los niños nunca necesitaron de información para ser creativos, muy por el contrario, la falta de información, la curiosidad, los hizo serlo. Existe entonces una cierta confusión en las situaciones y términos relativos a la creatividad, o quizá, es el propio miedo a los cambios lo que ha revestido a la creatividad en su sentido práctico de muchos rasgos poco agradables.


Coloquen a un niño de ocho años frente a un cuadro representando un paisaje colgado en una pared que tiene en una esquina una salida para la calefacción, y el niño, muy probablemente, intentará descubrir qué hay detrás de la rendija más que admirar la bella obra de arte. Esto no tiene nada de extraño, pues para la mente de los niños es mucho más interesante lo desconocido, o bien lo conocido mostrado de una forma diferente. Las matemáticas, las ciencias, la historia o la literatura deben mostrar ese "encanto" que las hace más atractivas a los ojos de los niños. Definitivamente no es igual aprender los puntos cardinales a partir de un esquema dibujado en un libro o el pizarrón, que buscando un tesoro escondido a cinco pasos al Sur, ocho pasos al Este y doce al Norte. Lo mismo sucede con los microbios, esas "cositas" de nombres impronunciables que miramos en los dibujos del manual de laboratorio, los cuales se harían más comprensibles si de pronto nos halláramos en medio del salón de clases y la mitad de nuestros compañeros son microbios y el resto glóbulos blancos, escenificando la batalla diaria por la vida que lucha nuestro propio organismo. Claro, siempre es más fácil decir: "Lean el capítulo tres. Mañana interrogaré a todos". Los niños pondrán mala cara, no leerán el capítulo tres y responderán cualquier cosa ante las preguntas inquisitorias de la maestra.


Hasta aquí, pareciera que los docentes son unos villanos de cuidado. No es de esta forma, aunque los niños así lo vean. El problema radica en que dos corrientes en enormes extremos están chocando desde hace mucho tiempo. La situación se plantea casi tan dramática como la que tiene enfrente aquella persona a quien de pronto se le revela que quienes creía sus padres, realmente no lo son. Así se sienten los maestros hoy día. Suerte que en las universidades se hacen grandes esfuerzos para cambiar mentalidades, pero para los resultados habrá que esperar un poco más.


Aplicar estrategias creativas en el aula y hacerlo en el momento preciso es parte de la docencia de estos tiempos. Cuáles han de ser estas estrategias, no puede delimitarse a priori, pues cada grupo de individuos brindará características distintas y aquello que fue útil una vez, puede no serlo nunca más.


Captar lo que el grupo desea aprender y moldear sus aspiraciones es el trabajo creativo más importante del docente. La visualidad, la gesticularidad, la sonoridad, etcétera, son características que el docente debe establecer dentro del grupo para canalizar las actividades pedagógicas en este sentido.


Si bien el maestro se halla en desventaja numérica respecto a los alumnos, éste debe convertir lo negativo en positivo y dar un giro de 360 grados a la situación: si no puedes contra ellos, ¡úneteles! Los niños huyen del conocimiento impartido según los métodos regulares porque no ven utilidad alguna en ellos. "¿Para qué aprender a sumar y restar si yo quiero ser ama de casa?", podría decir una niña. Tal vez ante la presencia de un presupuesto doméstico mal distribuido pueda comprender la importancia de estas operaciones matemáticas. "Si vas al supermercado con sólo $10 pesos y debes comprar leche, huevos, arroz, mantequilla y tomates, ¿cómo harás para que el dinero te alcance?". Aprender a captar y a definir los problemas es el primer paso del maestro. Si sus alumnos aprenden a definir claramente los problemas, la mitad del camino ya estará cubierto, pues de allí al establecimiento de soluciones hay sólo un paso. Las dimensiones de ese paso las dispone quien ha visto el problema y las vías para la aplicación de tal solución debe indicarlas el maestro, pues no son otras que el conocimiento que debe inculcarles (ciencias, estudios sociales, geografía, historia, arte, etcétera).


Muchos y muy importantes estudios acerca de la creatividad han invadido los predios académicos en los últimos años. No obstante, enfrentarse directamente al aula de clases es otra cuestión. La teoría, como siempre, está muy bien, pero la práctica no tiene diferencia con un ovillo de hilo. Los docentes que han aplicado estrategias creativas en sus aulas pueden hablar hoy con alguna propiedad de las increíbles posibilidades de éstas y de la gran utilidad que representan en un sentido mucho más concreto para el desarrollo físico y mental del individuo. Asimismo, asegurarían que no valen las delimitaciones de estrategias creativas para una generalidad, porque el momento determina muchos de los factores esenciales. No significa esto que la creatividad se basa tan sólo en cimientos empiristas, sino que no debe ser sólo la teoría la que demarque las estrategias a emplear cuando la sensibilidad, el espíritu y la espontaneidad influyen enormemente en la energía creativa de cada individuo.


Empero, creemos que la mejor estrategia creativa de utilidad para todos los tipos de grupos y aulas ha de ser aquella que permita al docente entremezclarse con los alumnos, pensar desde su punto de vista, internalizar sus reflexiones y resaltar sus necesidades. Sólo así habrá integración en el aula, los alumnos perderán sus inhibiciones y dejarán salir sus inquietudes. Esto, consecuentemente, abrirá las puertas al pensamiento creativo de identificación y solución de problemas. Los conocimientos se harán entonces parte de la vida diaria y no serán puntos o nociones ajenas a aquello que nos afecta cotidianamente.


Existen autores de gran importancia en el área de las artes como Rudolf Arnheim y John Atkins Richardson, quienes han abordado el tema de la creatividad y el arte. Acerca de las ideas de Sir Ernst H. Gombrich, teórico e historiador del arte, nacido en Alemania en 1909 y radicado en Inglaterra desde la década de los treinta, decimos que su influencia es indirecta, porque Gombrich jamás ha escrito nada a propósito de la relación arte-educación-creatividad y, sin embargo, tan sólo la lectura de una de sus más reconocidas publicaciones, La historia del arte (primera edición en 1950), nos demuestra que el arte es una fuente inagotable de conocimiento y que su presentación no requiere demasiados accesorios académicos para ser acertada e interesante. De hecho, este libro se titula originalmente en inglés The Story of Art, lo que en español debiera traducirse como El cuento del arte (entendiéndose cuento como un relato, una mezcla de narración, descripción y anecdotario). El enfoque familiar dado por Gombrich al tema tradicionalmente rígido de la historia, brinda al lector (versado o no en esta área) la oportunidad de descubrir un mundo de posibilidades muy amplio a través de detalles tan pequeños, que prácticamente se convierte en un explorador del arte3.


Gombrich animó la historia del arte, permítannos aquí —salvando todas las distancias— recrear un poco la educación por medio de uno de los campos del conocimiento más hermosos: el arte, que surge como la mejor herramienta educativa en un mundo altamente mediatizado y carente de la visión sencillamente esencial del mundo, que permite al hombre surgir ante las dificultades y no detener su desarrollo como individuo.


Es lógico que en un principio, al hablar de la necesidad de despertar la conciencia de los niños a través de los procesos educativos, se nos mire con recelo; que al expresar que la educación debe infundir en los niños confianza en sí mismos para enfrentar la vida con responsabilidad, se nos califique de utópicos; y que al afirmar que el arte es la más útil herramienta educativa, se nos califique de locos. Después de todo, el arte siempre ha sido visto con cierto desdén por muchos sectores autocalificados de más serios.


Hoy día podemos sostener sin miedo que el arte, al ser parte integrante y activa de los programas educativos infantiles, se convierte en un aliado de incalculable valor para los docentes. Casi podríamos decir que es la fuente primaria de estrategias creativas dentro del aula. El papel de las artes dentro de las actividades escolares ha de adquirir un tono predominante, pues a través de sus expresiones, la creatividad impregnará a la educación de una buena dosis de sí misma, renovando de esta forma sus procesos. Así, la educación como proceso se ve despojada de límites demasiado rígidos, pues al sustituir este término por las palabras "posibilidad de aprender", entonces nos topamos con que educar es un proceso continuo. Siempre existirá algo nuevo que aprender y las mentes de los niños deben estar preparadas para esta gran odisea. De esta forma, en ellos se establecerá la premisa de que las cosas pueden ser realizadas siempre de una mejor manera, o dicho de otro modo: educar es vivir y comprender simultáneamente la vida.


Detengámonos un momento en las siguientes premisas: 1) El arte es expresión del espíritu humano y 2) Todos somos creativos. Al unir ambas, obtenemos una afirmación que se erige como fundamental en el proceso educativo infantil: el arte es constructor de ideas. De esta manera, a partir de lo anterior, las actividades centradas en las artes como expresión y estímulo de la creatividad se caracterizan por: a) Ampliar la capacidad o habilidad para plantear o identificar problemas. La mayoría de las técnicas estaban tradicionalmente centradas en proponer estrategias para resolver problemas y no para plantearlos. Esto condicionaba una creatividad de consecuencias y no de causas. Hoy aceptamos que lo original tiene preguntas originales; la mera visión o definición de un problema ya puede ser considerado un acto creativo en sí mismo. b) Fortalecer elementos comunes a los grados de creatividad como la inteligencia, la persistencia, la flexibilidad y la originalidad. Es necesaria una cierta inteligencia en el campo donde se es creativo; ser persistente, constante o tenaz es un factor decisivo para la consecución de soluciones; la flexibilidad brinda la suficiente capacidad de reinterpretar y replantear situaciones o fenómenos a través de diversos enfoques; la originalidad es lo que define el proceso como único o diferente, incluso propio.


Por supuesto, no todo es tan fácil, y como afirmábamos al comienzo, los docentes llevan la parte más complicada, no sólo porque primero deben cambiar ellos mismos su concepción del proceso pedagógico en sí, sino porque los propios alumnos presentan generalmente cierta dificultad inmediata para cambiar las respuestas estereotipadas, para ampliar y flexibilizar los procesos perceptivos, para plantear situaciones fuera de las demasiado familiares, y cierto bloqueo inicial desde los puntos de vista social, cultural y emocional. Esto es normal y parte de una etapa que puede superarse con un poco de esfuerzo y constancia.


Las actividades relacionadas con las expresiones artísticas pueden ser vinculadas con aquellas referentes a otros campos del conocimiento con mucho éxito en los resultados finales. Cuando el docente permite que el arte invada literalmente el aula de clases para sumergir a los niños en un mundo conocido, pero poco reconocido (aquél de los conocimientos regulares impartidos por el docente), para reforzar sus cimientos gracias a una libertad de análisis, síntesis y expresión, permitida sólo por las artes, los niños se convierten en los seres más increíblemente ingeniosos, comunicativos e interesados. En las manos de los niños los crayones, lápices, pinturas, instrumentos musicales, disfraces, etcétera, transformaron los pensamientos en mensajes y las ideas en acciones. A través de la expresión de sus ideas, empleando las artes, los niños encuentran nuevas maneras de explorar su mundo y de hacer conexiones importantes con él. La educación parecía entonces el personaje fantástico de un cuento que, repentinamente, adquiere vida propia.


Estas actividades ayudan a los niños a darse cuenta de que la comunicación creativa involucra un sinfín de campos del saber que pueden adaptarse a sus intereses y habilidades. La intervención del arte como herramienta educativa puede ser confirmada con hechos y logros concretos por cualquier docente que emplee las expresiones artísticas como parte indivisible del proceso de aprendizaje. Podemos citar como ejemplo:


• Reconocimiento de formas, tamaños, volúmenes, grosores, texturas, etcétera.


• Establecimiento de relaciones espacio temporales.


• Observación, relación y experimentación más cercana con el mundo que le rodea.


• Estímulo a la curiosidad, la invención y el descubrimiento.


• Oportunidad de expresar ideas y experiencias, describiéndolas.


• Reconocimiento de sí mismo y sus relaciones con el mundo a su alrededor.


• Expresión emocional y espiritual.


• Establecimiento de valores como el respeto, la comprensión, la cooperación, la autodisciplina y la solidaridad.


La relación entre educación y arte ha de convertirse en parte esencial de los proyectos macro para la mejora de los sistemas educativos, no por razones meramente filosóficas, sino porque la necesidad real de contar con una fuerza laboral con un alto grado de creatividad, capaz de enfrentar eficientemente las demandas del futuro, debe conducirnos a evitar que esta fuerza laboral se halle completamente desorientada en su campo de acción. Volvamos por un segundo a la niña que deseando ser ama de casa no vio la utilidad de las operaciones matemáticas: una pequeña representación de un día como ama de casa, tomando prestadas las herramientas expresivas y de recreación del teatro, le habría permitido comprender y reflexionar acerca de la necesidad real de sumar y restar con su rol ama de casa, y más aún, le habría permitido determinar lo importante que es prepararse para la vida.


La educación hoy debe perseguir el desarrollo de individuos multidimensionales, enormemente flexibles en su imaginación y en su comprensión de la multiculturalidad. La era que vivimos y que apenas comienza no permitirá jamás el éxito a individuos hieráticos y rígidos en su constitución psicosocial. Los programas educativos en materia de arte pueden ciertamente ayudar a reparar las debilidades presentes en la educación y garantizar la formación de individuos preparados para los nuevos tiempos: críticos, analíticos, seguros y capaces de tomar decisiones y resolver problemas, imaginativos y libres de pensamiento.


No escapamos, sin embargo, del peligro de considerar la creatividad en términos de productividad. No es extraño hallar en la escuela a docentes (y luego gerentes en las empresas) que ven en la creatividad sólo la posibilidad de mejorar cualitativa y cuantitativamente la producción (de objetos o ideas): cómo lograr que los niños escriban mejor produciendo cosas más originales. Ésa no es la cara más importante del proceso creativo. La otra, la que es obviada la mayor parte de las veces, es la que debemos estimular.


Pensemos por un momento en nuestro alfabeto. Cada letra independiente de las demás no podría desenvolverse sola. Asimismo, un mundo imaginario empobrecido coloca a la persona en situación de aceptar sumisamente las condiciones en las cuales vive. La creatividad no puede ser un lujo para el tiempo libre o para las sociedades con un alto grado de desarrollo. Precisamente estas sociedades lograron efectuar grandes avances gracias a la impresión de grandes dosis de creatividad. Un individuo que no sea dueño de sus posibilidades creativas, ni siquiera puede desear otro modo de vida, pues el solo deseo implica la sospecha de que existen otras posibilidades.


El arte, al enriquecer el mundo imaginario y brindar herramientas para el desarrollo de la creatividad, va mucho más allá de lograr una mayor producción en cualquier campo. Va dirigido hacia la liberación y el impulso de todo lo que está vivo en el espíritu humano, para hacer del individuo un ser pleno. En el imaginario de cada persona se dibujan todas las cosas que creemos se pueden o no hacer. Y aunque esto no es algo de lo que estemos conscientes, es lo que mueve cada gesto (desde lo más cotidiano a lo más trascendental), llegando incluso a adquirir un carácter social y nacional4.


No intentamos aquí, ante ustedes, impulsar un idealismo ingenuo, sino que comprendamos algo muy sencillo: nadie busca lo que no concibe, por ello es necesario que "lo posible" crezca y conquiste nuevos territorios dentro de nosotros para luego buscarlos afuera. La capacidad creativa e imaginativa forma parte indisoluble del derecho a trazar horizontes dignos para la propia vida. Fomentar e impulsar el desarrollo de la creatividad estrechando la relación educación arte no debe relegarse ante temas como el de la salud. el desarrollo de la creatividad no merece menos esfuerzos que aquellos que dedicamos al desarrollo industrial y comercial. Estemos claros, hasta un tornillo requiere en principio ser imaginado como respuesta al planteamiento de un problema (proceso creativo). Cuando un niño toma los crayones, usa una máscara o mete sus manos en arcilla, las hunde en su imaginación. Su mundo interior pasa a ser el dibujo, el personaje interpretado o la arcilla modelada. Creemos que esto es literalmente así, sin pretensiones poéticas. El niño que juega a cambiar el final de un cuento descubre que en la vida también hay libertad y distintas maneras para modificar lo que parecía un final sin salida.


La relación entre educación y arte imprime confianza a la creatividad infantil, no con la intención de que todos los niños sean artistas, sino para que ninguno sea esclavo del futuro.


Notas


1 Basados en la experiencia del Museo de Artes Visuales Cristóbal Rojas y su programa educativo "El museo va a las escuelas", implantado entre 1997 y 1999.


2 En este sentido, nos referimos a la experiencia concreta de Venezuela a lo largo de todo el artículo.



3 Gombrich posee infinidad de estudios muy acuciosos acerca de diversos temas en el ámbito de la historia del arte, todos con un altísimo nivel de profundidad, por lo que no debemos subestimar sus posibilidades.


4 Para mayor información al respecto, recomendamos los trabajos de la Dra. Maritza Montero.


Este Análisis es parte del sitio web Monografías